Hay a sido uno de esos días extraños en el que hemos disfrutado de un sabor dulce por la mañana y que por la tarde se convirtió en amargo. Un día duro, del que no esperábamos otra cosa, que nos hizo saborear la posibilidad de alcanzar un acuerdo satisfactorio en la reunión de la mañana y que se truncó en la continuación de la tarde.
La reacción de la representación de la empresa ante el planteamiento de nuestras pretensiones en la reunión de la mañana fue muy positiva, mostrándonos su disposición a buscar soluciones que no fuesen traumáticas siempre y cuando se consiguiese solucionar los problemas económicos por los que está pasando la empresa en estos momentos. Le hemos hablado de buscar soluciones intermedias que no supusieran pérdida de empleo y de medidas temporales y parecían dispuestos a negociar en esta linea.
Por la tarde continuamos la reunión y nos hemos encontrado con un cambio de actitud que nos sorprendió desagradablemente. Aún mostrando una disposición a negociar algunos aspectos, volvieron a plantearnos la necesidad de cierre de algunos Paradores y de despidos para alcanzar los objetivos de ahorro que se han marcado, sin valorar otras posibilidades como la suspensión de contratos o los cierres temporales por vacaciones o periodos cortos y dejando a un lado la posibilidad de ahorro por otras vías distintas a la de los despidos que les habíamos propuesto por la mañana. Todo esto, además, unido a la necesidad de acordar una flexibilidad de jornada que no matizaron pero que va en la linea de los planteamientos que nos hicieron en la negociación del convenio.